Las piernas nos tiemblan, el pulso se acelera, el estómago no se para quieto… Éstos son algunos de los síntomas que sufre nuestro cuerpo cada vez que tenemos que enfrentarnos a una habitación repleta de gente. Se trata de una respuesta fisiológica normal que se produce ante la sensación de encontrarnos solos ante el peligro y, lejos de lo que muchos pueden pensar, ese miedo a hablar en público se ha convertido en una emoción bastante frecuente. El problema viene cuando este tipo de experiencias se convierten en algo traumático. ¿Qué podemos hacer cuando los nervios nos paralizan?
Desde Menagar creemos conveniente resaltar que existen diferentes grados de ansiedad y que muchos de ellos son considerados normales como los que puede sentir un artista cada vez que se sube a un escenario o un locutor de radio cada vez que se coloca ante el micro. El corazón te late más de prisa, ¿verdad?
Ese miedo a cometer un error se supera y se consigue con práctica. Es decir, un estudiante que expone por primera un trabajo en clase se pondrá mucho más nervioso que, por ejemplo, otra persona que está más acostumbrada a dar conferencias o charlas como un profesor, un político o un jefe.
Nuestros expertos aseguran que uno de los ingredientes principales de la receta para hablar en público sin miedo es practicar y volver a practicar. Lo mejor será empezar por recintos más pequeños donde se reúna un número más reducido de personas.
Para tu tranquilidad, a continuación te dejamos una serie de herramientas que puedes poner en práctica para sentirte más a gusto ante una prueba de este tipo:
1.- ¿Tienes miedo a quedarte en blanco? ¿Por qué no llevas notas que te ayuden a retomar el hilo en el caso de que surja algún imprevisto? ¡Son muy útiles! Y si te da un pequeño ataque de ansiedad, respira, bebe un poco de agua y sonríe. Retoma la charla a un ritmo más lento y lo demás vendrá solo.
2.- Inspira confianza. ¡¿Cómo?! A la hora de proyectar tu voz hazlo con fuerza y realiza gestos contundentes para que nadie pueda poner en duda tu dominio de la materia. Cuánto mejor te lo sepas mejor lo harás y menos nervios tendrás, y si te equivocas, no se lo hagas saber a tu audiencia, probablemente ni se hayan dado cuenta.
3.- No hagas caso a los nervios. Si te tiembla la voz o las manos no te preocupes, no le des importancia. A medida que vayas avanzado en la presentación notarás que van desapareciendo. Quizás te parezca una tontería pero a muchos les funciona.
4.- Sonríe, ya que equivocarse es cosa de humanos.
Cuando esto no es suficiente y los nervios son más fuertes, no lo dudes, ponte en manos de nuestros especialistas. Desde Menagar te ayudaremos.